martes, 14 de mayo de 2019

A lesser god (un dios menor)





En ocasiones, la más profunda de las convicciones puede ser la antesala al mayor de los descalabros.
Hace unos años fui aleccionado por un familiar, a causa de mi reticencia a tener que estudiar tochos interminables que solían engrosar el tamaño del libro de historia. Me quejaba impertinentemente,  sin cesar, y de un modo un tanto absurdo, como queriendo eludir mis responsabilidades. Mi tío Roque, escuchaba mis lamentos sin apenas inmutarse, aunque poco a poco comenzaba a incomodarle mi actitud caprichosa. De pronto cortó una frase que estaba diciendo y me dijo en tono omnisciente: 







   -¡Quién no conoce la historia, está condenado a repetirla!. Prosiguió con un extenso alegato sobre conductas tóxicas llevadas a cabo por la raza humana, a lo largo de los tiempos. Éste hecho me hizo reflexionar sobre la importancia de conocer nuestro pasado, y con ello, tanto los errores como los aciertos. 
Esta frase, cambiaría el curso de mi vida para siempre, embutiéndome un nuevo y valioso poder. 

Uno de los casos más escalofriantes y bizarros que he conocido jamás, siempre será el acaecido el 8 de Agosto de 1969. La actriz y esposa del director de cine Román Polanski, junto a otras 6 personas fueron brutalmente asesinadas, mientras celebraban una reunión en el 10050 de cielo Drive( California) residencia de la actriz y su marido. Cómo dato curioso, citar que Bruce Lee estaba invitado a la velada, pero finalmente declinó dicha invitación.

Residencia del matrimonio Polanski (1969)

El resultado de este demencial desenlace se va incubando poco a poco, en la mente distorsionada de Charly , como era conocido por sus seguidores Charles Manson. Con una personalidad carismática, un don de palabra cercano al de los oradores de la antigua Grecia, y una ingente cantidad de maldad en su interior, comenzó a ganar adeptos después de pasar muchos años entrando y saliendo de los correccionales.En este marco tan tranquilo Es justamente allí donde conoce a un preso que le da lecciones de guitarra, y en poco tiempo sus progresos se hacen notables. Escribe canciones con letras filosóficas, y proféticas, acompañadas de una vieja guitarra, que en ocasiones suena un tanto mal, a causa del deterioro.

Dennis Wilson y Charles Manson California (1968)



Lo que más  deseaba Manson en el mundo era ser una estrella de rock. Le habían sugerido varias veces que llevara sus grabaciones a algún productor con el fin de editar un disco. Uno de los más insistentes era su amigo, y batería de Beach Boys Dennis Wilson. A menudo Wilson alababa la creatividad musical de Manson, incluso hacían improvisaciones en casa del batería en California, donde se instalarían Manson y "la familia". En un ambiente de sexo, drogas, alcohol, y lujuria, era lógico pensar que la buena relación entre Charly y Dennis no duraría para siempre. El primer incidente notable, que contribuirá a la explosión de rabia de Manson, ocurrió hacía 1969, cuando es presentado formalmente a Terry Melcher, importante productor musical , también conocido por ser hijo de Doris Day (fallecida curiosamente hoy 13/05/2019). Tras escuchar parte del material de Manson, le asegura que lo llamará. En lugar de actuar como lo haríamos cualquiera de nosotros, Manson, conocedor de la psicología humana, se toma este hecho como una ofensa, y piensa que es una evasiva envuelta en formalidad, y por consiguiente un rechazo en toda regla.

Desde siempre, Charles fué un niño rechazado, se movía de un lado a otro, engañando, robando, y en definitiva, haciendo lo que le apetecía en cualquier momento, sin sopesar en absoluto sus acciones. Nunca tuvo un referente paternal, y su madre no lo quería cerca de él. Los pilares básicos que forman la ética y la personalidad con la que enfrentamos los golpes de la vida, estaban contaminadas en su caso. Esto sumado a una mente retorcida y paranoide, causará terror, y pérdidas tan irreparables e injustas, que el eco de sus horribles actos resuenan en el subconsciente de miles de personas hasta el día de hoy.

Escuchaba la música de los Beatles a diario, y hasta la saciedad. Veía en su música y sobre todo en su mítico  trabajo White Album, mensajes ocultos, aseguraba que el cuarteto de Liverpool le mandaba señales subliminales, en palabras recurrentes como MATA!!. Incluso en el juicio celebrado a raíz de los asesinatos, le dijo al juez que las culpa era de los Beatles por sus canciones, no de él.

La canción helter skelter, supuso un detonante para Manson. Éste la escuchaba sin descanso. Veía proféticamente, a los cuatro jinetes del apocalipsis . También significaba el comienzo de una guerra racial, dónde el hombre negro (según sus delirantes convicciones) estaba preparando una estrategia para dominar el mundo, y que él, la familia , y los Beatles, eran los elegidos para salir triunfantes del conflicto. "Es una canción inocente, que trata de una montaña rusa, y de la sensación de subirse a ella", declaró John Lennon, que no entendía como partiendo de esa idea, pudiera desembocar en un hecho tan cruel.
Otras canciones que malinterpretaba decodificandolas hacía su lado perverso, eran, piggies, Revolution 9, o Revolution 1.

El ocultismo, asi como el satanismo congeniaron con este deplorable ser humano, dotándolo de conocimientos oscuros, y prácticas en forma de celebraciones macabras, y en ocasiones sacrificios en aras de un poder anhelado por si mismo de un modo enfermizo. Uno de los lugares donde se realizaban estos rituales, es la casa Westerfeld, un antiguo hotel en el corazón de San Francisco.

Algunas personas que estuvieron en esas sesiones aseguran que Manson tomaba participaba activamente en algunas de ellas. Este lugar es actualmente una residencia privada y goza con la fama de ser uno de los lugares mas encantados de los EEUU.



Westerfeld House (construída en 1889)


El mito casi siempre, empapa el aura de algunos personajes de nuestra historia elevando su misticismo hacia niveles inciertos. Existen personas que lo idolatran, que admiran sus palabras, sus ideas, y su rocanbolesca visión del infierno, la salvación o la llegada del apocalipsis.

La primera vez que escuché un tema suyo, fue algún día del verano del 98. Caminaba hacia la casa de un gran amigo y batería, Recuerdo que al llegar sonaba Minus Blindfold de Deftones. Aprovechando un murmullo inteligible que resonaba a un menor volumen detrás de la puerta de la habitación de mi amigo Abraham, éste se vio obligado a salir de la estancia dejándome a merced de una envidiables cantidad de discos increíbles, que yo ojeaba cada vez que decidía visitarlo. posé la vista sobre la tercera fila, y tras dejar atrás discos legendarios, de pronto observé unas letras impresas en el canto lateral de un ep que ponía Love and Terror Cult Charles Manson. Un escalofrío erizó cada poro de mi piel, seguido de un sentimiento de aversión casi innata y primitiva. Cuando mi amigo regresó, me preguntó que si salíamos a dar una vuelta. En un tono incómodo, le hice una referencia sobre aquel disco, que se había cruzado en mi camino, escasos segundos antes de que regresara. Asintió fervientemente, sabiéndose conocedor de su historia, y obra. Me comentó que al igual que a mi, Manson siempre le había llamado la atención, por la morbosa naturaleza impresa desde el comienzo en la raza humana. La curiosidad no discierne casi nunca entre el bien y el mal, simplemente cuando ésta te atrapa, la ética desaparece, haciendo al ansia de descubrir, mas grande que la razón.

Single producido en 1970


Para ser justos, y comedidos, al escuchar un par de temas, pensé, que no era mas que un charlatán sin talento para la música. Sus letras estaban repletas de metáforas forzadas, y de locuras "literalmente" hablando. Sus melodías, y acordes utilizados, estaban orquestados mas bien por la ingesta de sustancias muy de moda en aquel entonces, que por un conocimiento musical propio, aunque no sé por qué razón al escucharlas un par de veces seguidas, esa primera impresión tendía a cambiar.

Como reflexión final, veo en este ente, un ser desgraciado, que tuvo mala suerte en la vida, desde sus comienzos, ya que nunca gozó de ningún tipo de afecto. Una edificación con malos cimientos, tarde o temprano termina por desmoronarse, y eso justamente es lo que le ocurrió a Charles Manson. Destaco como aspecto inverosímil, su capacidad de captar adeptos, mediante su verborrea incesante, y su actitud complaciente primero y autoritaria mas tarde. Los valores que poseemos, son lo mas sagrado y valioso que tendremos jamás. Las personas que no son escarmentadas con algún tipo de corrección
conductual, están destinadas a gobernarse por sí mismas, convirtiendo este hecho en un error la mayoría de las veces capital, para su auto-desarrollo, y florecimiento como persona. Es muy idílico e idealista, la concepción de la anarquía, pero lo cierto es que sin reglas, nos veríamos sumidos en el mayor de los desastres.

El mal siempre estará deambulando hasta el final de los tiempos, y siempre constituirá una opción para el que quiera abrazarlo, sólo hay que mirar atrás y conocer todas las historias relacionadas con el, y aprender que si lo hacemos, estaremos destinados a caer mil veces.


lunes, 11 de febrero de 2019

Madrugada

La efervescencia del éxito es casi siempre abrazada por la tragedia que observa con recelo desde la otra punta de la línea de batalla, con el deseo de apagar la fructífera fragancia del porvenir de  aquellos que poseen el don de la creatividad. Eso mismo debió pensar la esposa del gran Buddy Holly, al tratar de digerir el golpe de su temprana muerte. El arte sobrevive a la carne, el llanto se emancipa en un reverberante y efímero suspiro, para dar paso a la eternidad.

En una hermosa ciudad en la cual El Cid Campeador forjó su alargada leyenda,  tuve la ocasión de conocer a un personaje singular, cuyo envidiable cometido era tocar la guitarra en reuniones, bien de acaudalados comensales, o bien de austeros pelagatos. La actuación que presencié combinaba perfectamente con la euforia desatada que sentía por la aplaudida decisión de mi hermano mayor de contraer matrimonio. Fue un enlace lucido, con bastante pompa, y francamente para recordar. La banda aguardaba pacientemente en el salón principal donde tendría lugar la cena nupcial. En algún momento de la tarde, logré escabullirme a conciencia para encenderme un pitillo, lejos de la mirada penetrante de mi señor padre. Mientras caminaba buscando un sitio estratégico tras la zona de confort, empecé a escuchar unos acordes que sonaban a lo lejos, a un nivel más bien bajo. Me murmuraba a mí mismo, tratando de adivinar que acordes eran aquellos, y a qué canción pertenecían. Cómo buen amante del blues, no me llevó mucho tiempo darme cuenta de que se trataba de la canción Sweet home Chicago, del gran Robert Johnson. Con una sonrisa sorpresiva y espontánea, fui abordado por la  curiosidad la cual me condujo hacia la fuente de aquel sonido. Asomé la cabeza al tiempo que apartaba una inmensa cortina color granate ayuntamiento (cierto es que éste es el color predilecto de los decoradores de estos lugares señoriales), y allí estaba, aquel personaje, dirigiendo a su tropa con esmero y dedicación. Tras meditarlo unos tres segundos, decidí acercarme para saludar a los compañeros del gremio. Siempre he comparado a los músicos con soldados, pues ambos portan armas, que aunque parezcan análogas entre sí, lo cierto es que comparten un mismo fin. El arma de este genial artista era una de mis todavía soñadas fantasías, una Fender telecaster del 52 americana. En mi entorno de ciudad pequeña, lo normal era ver tan sólo un par de guitarras buenas de verdad,  que todos nosotros siempre hemos admirado, y que por razones obvias nunca habíamos podido siquiera ver en persona.

Aproveché un pequeño parón para saludar a los muchachos, que ensayaban confianzudamente  cada detalle del repertorio, con el fin de ofrecer una depurada actuación, ya que la ocasión exigía, por su naturaleza, una representación precisa.

Me presenté, comentando que era un gran amante de la música, y que tocaba la guitarra, aunque a un nivel medio. Ellos hicieron lo propio, y entablamos una apasionante conversación sobre varios géneros, y artistas. Casi en el ocaso de la comida, me dirigía al baño, un tanto desconsolado por ver a estos muchachos pasándolo tan bien, cuando de pronto, Camilo ( frontman de la banda) me hizo un gesto con la cabeza para que me acercara al escenario. Me dijo:

-Te veo desconsolado, te animas a tocar un temita?  

En ese justo momento fue como si reviviera aquellos momentos llenos de incertidumbre, en el patio del colegio, cuando se hacían los equipos para jugar a fútbol, y tenías que esperar con la esperanza de que te eligiera el equipo bueno. Lo dudé por un momento, pues aquello estaba repleto de gente, y yo hasta ese día había tocado un par de veces, pero en sitios recónditos y con muy poco público. Si! Respondí en un tono endeble, pero resultón. Me preguntó si quería tocar un blues. Perfecto, respondí, riendo tontamente y pensando para mí en el reto que suponía tocar ante tanta gente, medio alegre, y encima con unos nervios que dolían. Lejos de achantarme, le pedí su guitarra, la misma por la que soñaba desde siempre. Nunca la había tenido en mis brazos. Su suave tacto me sorprendió, junto con su comodidad, y sonido.

La noche había aparecido hacía ya unas horas. El frío que yo no sentía a causa de los nervios, me entumecía las manos, el frío junto a las gélidas copas que me bebía alegremente, todo sea dicho. Estaba como en una guerra, tenía una misión e iba a cumplirla, costara lo que costara.

Comenzamos a tocar, y me encontraba asombrosamente bien, aplicando los acordes y escalas pertinentes, con soltura y un alto grado de pasión. Miraba de reojo a la mesa en la que se encontraba mi familia. Ellos nunca me habían visto tocar, y según un pensamiento extendido por mi padre principalmente, tenían la opinión de que dedicarse a tocar la guitarra era algo así como perder el tiempo, ( Ahora comprendo que lo hacían con la mejor de las intenciones). Impresionar a mi padre es algo que solo recuerdo haber hecho ese día y cuando me aprendí la canción del pirata de José de Espronceda de arriba abajo con 8 años, todo un logro, ya que es la persona menos impresionable que conozco.

Cuando terminé, sentí un gran alivio, una sensación placentera me recorría el cuerpo, con la rapidez de un relámpago, para ralentizarse en un suspiro. Todo me había parecido el mejor de los sueños. Fui invitado por los miembros de la banda a proseguir la fiesta en una casa situada en las afueras de la ciudad. Aprovechando el bajón de la ceremonia, decidí irme con mis nuevos amigos sin pensarlo ni por un segundo. Llegamos a la casa, y me presentaron al instante. Yo estaba en esa situación un tanto incómoda en la cual no sabes que decir, ni qué hacer, pero poco a poco todo empezó a fluir adecuadamente. Pasaron las horas, y llegó el momento de irnos. Serían las seis de la mañana. De entre las armonías silbantes de los pájaros de pronto, surgió la propuesta de ir a un apartamento para culminar una noche plena de sensaciones. Era el típico apartamento de soltero, un tanto desmejorado estéticamente, y desordenado, aunque bastante acogedor. Al entrar, pude observar, a la derecha de la entrada, dos estanterías grandes repletas de vinilos antiguos. Fue como cuando eras niño y entrabas a una tienda de chucherías, queriendo comerte las todas. Habían discos de Rare  Earth, Thin Lizzy, Eléctric Light orchestra, Howling wolf, Little Richard, King Crimson, y un eterno etcétera. Recuerdo que mi corazón comenzó a latir apresuradamente, al ojear ansioso, cada uno de los polvorientos estantes de esas estanterías. Todo un arsenal, ya que su colección constaba de auténticas joyas, raras e inconseguibles a día de hoy. La conversación fluyó por derroteros añejos, fijando la atención en los orígenes de la música que nos engrandece, y por la cual sentimos una devoción desmesurada.

Los ecos del ayer, están siempre repercutiendo en cualquiera de los aspectos, del mas actual presente, y empapan de sabiduría el producto que resulta de esa misma esencia. Lo aprendido en esta maravillosa historia, es que en ocasiones, tenemos retos que queremos afrontar, y que por una u otra razón no sabemos como hacerlo. La indecisión es la peor de las estrategias, y la apatía no tiene sentido. Cuando tengamos algo que afrontar, hagámoslo mirando a la cara a ese reto, con decisión y coraje, como siempre han hecho los grandes genios, a lo largo de sus carreras.

jueves, 10 de enero de 2019

Just a feeling














Amadeo Buccinioni miraba con atención a su melómano amigo y luthier Graham Peyton, asintiendo con la mirada perdida entre pensamientos seguramente asociados con el virtuosismo de algunos músicos como el impronunciable Yngwie Malmsteem. Dotado de un juicio seguramente imparcial, debatía ciertos aspectos clave, que convierten a un músico en una especie de bestia sobrenatural, llena de recursos técnicos, los cuales contribuyen a armar ese personaje místico. Lejos de alcanzar un consenso, y con ganas de concluir la conversación, intervino casi por casualidad un hombre que escuchaba casi sin querer dicho diálogo. Con las mejillas visiblemente sonrojadas, y haciendo un gesto de redención expuso sin tapujos su visión del asunto.


Amadeo y Graham, se sorprendieron por igual al tiempo que sincronizan una expresión de curiosidad por escuchar la aportación de este misterioso personaje.

Tomó una bocanada de aire entremezclado con el humo del cigarrillo que estaba fumando, y comenzó a explicar que en su juventud tocaba en bandas locales bastante conocidas. Al parecer era el típico hombre orquesta, aunque centró su atención en la guitarra desde muy joven. Contó una entretenida historia sobre un chaval joven que vivía en la calle, y que para poder comer tocaba viejas canciones de blues. Tenía una demacrada steel guitar que su novia le había robado a un artista canadiense al que había logrado engatusar para llevarlo a un motel para drogarlo y sustraerle la guitarra. No se trataba del típico caso de un músico rico en la técnica apenas dominaba un par de escalas pero lo que lo hacía grande e inigualable era su capacidad de transmitir sentimientos a través de la música. Nunca logro grabar ningún disco pero los que lo escuchaban aseguraban qué era uno de los mejores artistas que habían escuchado jamás. Al parecer lo habían escuchado algunos productores de renombre, pero al intentar algún tipo de trato con el, éste les decía que no una y otra vez. Al contrario del deseo natural de cualquier músico callejero, su profunda convicción en sus propios principios echaba por tierra cualquier tipo de acuerdo musical, ya que prefería su precaria situación a venderse al negocio en ocasiones gangrenado y sangrante como el de la música.









Esta historia, quedó grabada por mucho tiempo en la mente de Amadeo y Graham, los cuales compartían principios similares. Creían fervientemente en la honestidad, con la determinación de los soldados a las órdenes de la diosa de la creación. Nunca hubieran vendido sus ideales por un beneficio tan banal, y pobre como ser manejados como marionetas, por aquellos magnates que viven del talento de esos pequeños genios inocentes y puros.

Es justo la predisposición humana de comparar la que abre este recurrente debate sobre quién es mejor o peor desempeñando una tarea, quien domina un instrumento a la perfección etcétera. La música no es una carrera, sino un sentimiento, se camina más estable cuando uno va despacio, pisando firmemente, respirando cada nota,  cada matiz . No es un pensamiento que trate en ningún modo de defender a aquellos que por cualquier motivo no lleguen a atesorar la virtud de la velocidad como guitarristas, sino una visión más bien diferente y personal del asunto. Por descontado queda decir que existen canciones en las que los solos son irremediablemente rápidos, y que son una experiencia sensorial abrumadora, pero también es cierto que no es extremadamente necesario el uso de éstos para que una canción sea buena, o nos transmita un éxtasis sincero y regocijador.




Es natural, trabajar para el auto desarrollo en todos y cada uno de los aspectos de la vida, justo como han hecho grandes músicos que se caracterizan principalmente por ser autodidactas. Django reinhart, uno de los iconos del jazz en los años 30 no sabía apenas escribir un par de palabras en su idioma. Prince, a pesar de no saber solfeo, destacó de una manera impresionante como músico multiinstrumentista, productor y cantante. Entre los casos más sobrecogedores de excelencia musical sin estudio previo, sería un sacrilegio no nombrar a Jimmy Hendrix, el cual, a pesar de no saber leer una partitura, logró convertirse en uno de los guitarristas más admirados de todos los tiempos. Tiene que ser inmensamente gratificante vivir esa sensación de poder, trabajada hasta la saciedad por medio de la práctica, y la influencia de innumerables artistas que conformarían un estilo propio.



Jimmy Hendrix ejemplo de músico autodidacta.


Al igual que la historia ha acogido en su seno a los grandes héroes, los rockeros lo hemos hecho de igual manera, incluyéndolos en nuestra vida, como admirables referentes de los que estamos orgullosos de contemplar. Uno de ellos sin duda para mí es Jimmy Page. Recuerdo con claridad, el momento justo en el que escuché Led Zeppelin por primera vez. Era una tarde demasiado cálida. Buscaba algún tipo de refrigerio para mitigar la inmensa sed que tenía por culpa de los asfixiantes alisios. Salí a la calle en dirección a casa de un buen amigo para recoger una cinta de cassette donde había grabado un ensayo de una de mis bandas por aquel entonces. Esperaba en su habitación a que apareciera, observando los pósters que adornaban sus paredes. De pronto, escuché una melodía extraña, pero misteriosamente adictiva que resonaba con eco por el largo pasillo que daba a la habitación de los padres de mi amigo. Se trataba de kashmir. A su regreso se cercioró de mi cara de éxtasis, y me preguntó que qué me ocurría, a lo que yo respondí con otra pregunta. ¿Qué grupo es ese que suena? Me dijo ,- ¡¡Led zeppelin tío!! haciende entrever esa sensación de bienestar que uno tiene cuando conoce algo interesante .







En aquella época, (años 80) era complicado conseguir discos de rock. Desprovistos de la exagerada facilidad de hoy en día gracias a Internet, el streaming, spotify, etc, teníamos que arreglárnoslas para conseguir la música que nos gustaba. Lo mas habitual era ir a la tienda de discos. Si tenías suerte y lo tenían en stock podías llevártelo con una gran sonrisa para casa, si por el contrario no lo tenían debías de esperar una media de un mes para poder disfrutarlo. Como muchos, éste era un inconveniente que si se piensa fríamente pasado unos años, llega a resultar hasta gracioso, debido al gigantesco desarrollo tecnológico experimentado por nuestra raza durante los últimos 20 años.



En definitiva, creo que mi opinión es como una partícula cósmica en un mar nebular, una pequeña gota en un inmenso océano, pero lo verdaderamente importante, es que hagamos lo que hagamos, debemos poner pasión, ya que sin ella el resultado es como un trozo inerte sin carisma y desprovisto de esa magia que es necesaria para entrelazar las fibras de algo significativamente valioso. Sin emociones seríamos como seres huecos, lúgubres siluetas incapaces de avanzar hacia el paraíso creativo y melódico que es la vida.